miércoles, 27 de mayo de 2015

Filosofía vital en 'Alicia', de Lewis Carroll

            
            Ir a tomar el té: una curiosa forma de imaginar la realidad del mundo [no] tangible. Un mundo donde lo absurdo es la realidad; donde la realidad es absurda [como en ocasiones ocurre].





            Siempre se ha dicho que muchas veces no interpretamos lo que vemos, lo que leemos, o lo que vivimos, de la misma manera. Depende de la edad que tengamos, de nuestro estado de ánimo, de nuestra experiencia. Es ahí donde entra en juego la intertextualidad. A veces dudamos, a veces nos arriesgamos, a veces nos quedamos inmóviles; pero siempre hay una explicación para todo ello.

            En la noticia anterior, extraída de El País, vemos cómo un libro, que este año está de aniversario[1], muestra nuestra verdadera realidad hacia las cosas tangibles y no tangibles. El poder de la imaginación, el miedo a tenerla, y la puesta en práctica de la misma. La inocencia de la niñez, la inquietud de la adolescencia, y la responsabilidad y falsedad de la etapa adulta (e, incluso, la [in]capacidad de elegir). Todo ello son ingredientes que hacen de Alicia en el País de la Maravillas[2] una obra canónica digna de leer. Una obra donde la locura es el principal protagonista; donde la sinrazón parece el mejor camino para conseguir nuestra meta.



[1] Cumple 150 años.
[2] Escrita por el matemático Dodgson, más conocido como Lewis Carroll, en 1865.

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