lunes, 25 de mayo de 2015

A un clic de la baja laboral

-         Son las 6 de la mañana. Me despierto a oscuras. Me aseo, me visto y desayuno como cada día. Luego, abro la ventana y ahí está Ana, mi alumna de 17 años que conozco desde que tenía 12. Me saluda vagamente y me avasalla a preguntas, así sin más. Como si yo no fuera nada; como si no fuera nadie. No hay descanso, pero es que dentro de poco tiene la prueba de acceso a la universidad. Por mi parte, intento contestarle lo más rápido posible a todas sus cuestiones, intento dar una explicación a todas sus dudas, incluso en ocasiones intento tranquilizarla ofreciéndole sabios (y no tan sabios) consejos aunque ya sé que esa tarea no me compete, de hecho es intrusismo y por eso espero que ningún controlador emocional esté escuchándome, de lo contrario mi carrera profesional se iría al garete. Sin embargo, muchas veces la situación me supera. A medida que van pasando las horas, mi mente se resiente y mi capacidad de reacción se ralentiza. Tartamudeo. Confundo palabras agudas con llanas y esdrújulas con sobreesdrújulas. Debido a mi gran conocimiento de lenguas, cuando se aproximan las últimas horas del día utilizo idiomatismos prestados del inglés o del francés totalmente fuera de lugar. Evidentemente, no rindo en mi trabajo lo que debería, doctor. Siento que necesito con urgencia desconectar. Por ello le pido la baja laboral.

-      Bien. Si eso es lo que quiere, tómese unas vacaciones durante un tiempo. Le vendrá bien una temporada fuera de servicio. Cierto es que está muy paliducha. Es una lástima que no termine el ciclo de formación vital con la alumna que le fue asignada desde hace casi seis años, pero si usted lo prefiere: ¡clic!


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