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martes, 26 de mayo de 2015

Y pensar que todo comenzó con una asignatura del máster...

-          Mamá, mamá, creo que llegas tarde- dijo Carmen con tono dulce y una sonrisa enorme en su cara.
Abrí los ojos y miré el reloj. Las 09:30. ¡Otra vez llegaba tarde! Llamé deprisa y corriendo a mi madre que en 10 minutos se presentó en la puerta de mi casa. -¡Vas a reventar! – Me dijo- ¿Para este tipo de vida invertí tanto dinero contigo?
Razón no le faltaba a mi madre. Había pasado más de 5 años en la facultad, y otros tantos,  de Herodes a Pilatos, acudiendo a clases de inglés, a preparadores de oposiciones…para acabar en “AdicTíctos”, un negocio que monté con una compañera de Universidad. “Y pensar que todo comenzó con una asignatura sobre la TIC”, comentábamos entre risas cuando pasábamos horas y horas en cursos de innovación, en ponencias sobre las últimas tecnologías y en charlas sobre como educar con las nuevas tecnologías.
Carmen me dijo adiós con la manita, con una sonrisa que no le cabía en la cara. Ella no sabía lo perjudicial que podía ser para mí llegar tarde a mi negocio, ella solo pensaba en que se quedaba un día más sin “guarde” y lo más importante, con la abuela. Mi madre llevaba una mochila que le cubría la espalda. Aunque era una mujer inteligente y  que como yo, había aprendido a manejarse con todos los “aparatitos” que nos envolvían, con mucho esfuerzo, aprovechaba sus ratos de niñera para mostrarle a su nieta apuntes míos del colegio, libros para leerle cuentos y todo aquello con lo que me formé cuando tenía la edad de la niña.
Al llegar a la tienda tenía a Juan, cliente habitual, esperándome:
-          ¡Vaya horitas!- me reprochó- ¿Se te han vuelto a pegar las sábanas? Dime al menos, que ha llegado…
-          Sí, Juan, le dije- saqué mi mejor sonrisa, mientras corría al almacén para mostrarle el último “juguetito” de Apple.
-          ¡Se acabó levantarme del sofá para poner una lavadora!- afirmó- y saliendo por la puerta, vi como hacía un click, y recibí el mensaje de que la transferencia había sido realizada.
No me dio tiempo ni a reflexionar en lo que el aparato este era capaz de hacer, porque llegó José, mi repartir y me pidió que le firmase unos papeles. Tenía que llevar una cantidad enorme de tabletas, pizarras…para un colegio que estaba cerca de mi casa. – El colegio de Carmen- pensé y firmé sin apenas mirar.
Por la tarde, mi socia y yo, acudimos a un curso sobre todas las herramientas que se estaban utilizando en el aula y las que llegarían, me entró nostalgia de pensar en aquellos años en que el papel era lo único con lo que contábamos para escribir…
Bea y yo recordamos nuestro último año en la Universidad y lo felices que seríamos si en vez de vender todos aquellos aparatos, pudiésmos utilizarlos con nuestros alumnos.
Para colmo, al llegar a casa, mi madre, me había dejado una cajita con un montón de cartas con las que me comunicaba con Javier, mi marido los primeros años de nuestra relación y me puse a pensar. ¿Cómo se las arreglaría Carmen y su generación? ¿Haría falta verse o las relaciones serían a través de pantallas?
Cuando iba a acostarme, un sentimiento de melancolía me atravesó el corazón. Mi teléfono sonó y mientras le daba a aceptar, la imagen de Javier ya estaba perfectamente instaurada en nuestro dormitorio:
-          Acabamos de firmar el contrato con los alemanes, y necesitarán clases de español para poder comunicarse. ¿Te interesa?
Nunca volví a dormir como esa noche.



lunes, 25 de mayo de 2015

A un clic de la baja laboral

-         Son las 6 de la mañana. Me despierto a oscuras. Me aseo, me visto y desayuno como cada día. Luego, abro la ventana y ahí está Ana, mi alumna de 17 años que conozco desde que tenía 12. Me saluda vagamente y me avasalla a preguntas, así sin más. Como si yo no fuera nada; como si no fuera nadie. No hay descanso, pero es que dentro de poco tiene la prueba de acceso a la universidad. Por mi parte, intento contestarle lo más rápido posible a todas sus cuestiones, intento dar una explicación a todas sus dudas, incluso en ocasiones intento tranquilizarla ofreciéndole sabios (y no tan sabios) consejos aunque ya sé que esa tarea no me compete, de hecho es intrusismo y por eso espero que ningún controlador emocional esté escuchándome, de lo contrario mi carrera profesional se iría al garete. Sin embargo, muchas veces la situación me supera. A medida que van pasando las horas, mi mente se resiente y mi capacidad de reacción se ralentiza. Tartamudeo. Confundo palabras agudas con llanas y esdrújulas con sobreesdrújulas. Debido a mi gran conocimiento de lenguas, cuando se aproximan las últimas horas del día utilizo idiomatismos prestados del inglés o del francés totalmente fuera de lugar. Evidentemente, no rindo en mi trabajo lo que debería, doctor. Siento que necesito con urgencia desconectar. Por ello le pido la baja laboral.

-      Bien. Si eso es lo que quiere, tómese unas vacaciones durante un tiempo. Le vendrá bien una temporada fuera de servicio. Cierto es que está muy paliducha. Es una lástima que no termine el ciclo de formación vital con la alumna que le fue asignada desde hace casi seis años, pero si usted lo prefiere: ¡clic!


-              OPERATING SYSTEM NOT FOUND

jueves, 21 de mayo de 2015

Mi mamá ya no me mima, ni se adapta: La educación en 2030

“Cuanto más mires hacia atrás, más difícil te resultará mirar hacia delante” (Pierre Bonnard)

Me llamo Pablo Neruda y he decidido escribir este comunicado porque estoy muy preocupado por mi madre. Es filóloga, y como intuiréis, no me llamo Pablo Neruda porque así lo quisieron los hados, sino porque mi madre se empeñó en llamarme así, y en casarse con un hombre de apellido poético.

La preocupación que siento por mi madre no es otra que la de que vive anticuada en un mundo moderno que le da miedo.  Nunca ha ejercido como profesora en mi clase, pero sí en otras clases de mi instituto, y según cuentan las malas lenguas, insiste en llevar de vez en cuando libros, folios, fotografías, y papeles de diversas formas y colores para dar sus clases y decorar las aulas. 

La convivencia con ella me hace creer que estas especulaciones son ciertas, ya que en casa utiliza el ordenador, la tablet Pro 4.0, los libros de texto electrónicos, el corregidor 3.0, y la vista aérea rocket plus, en casos muy necesarios, como los de preparar actividades (que muchas veces imprime en papel, aunque sólo sea para hacerlas ella con lápiz o bolígrafo, importándole un pimiento que estén en peligro de extinción), ver algún video interesante (para ella, por supuesto, porque a mí sus poetas y sus canciones melancólicas me ponen de muy mala leche), corregir exámenes (que también los haría en papel si no fuese porque las normas del instituto sólo dejan emplear folios de papel muy de vez en cuando),  y vigilar la entrada de casa en sus noches de insomnio, cosa que a mí me da muy mala espina. El vista aérea rocket plus se diseñó para contemplar la bella naturaleza que nos rodea, a la que le queda tan solo una o dos décadas de vida, o en todo caso, para contemplar la belleza desnuda de las vecinas.


Yo ya no sé qué hacer con ella. Se ha quedado anclada en una tecnología primigenia, aborigen, sólo hay que ver su móvil, con el que hace videollamadas 2.0, envía mensajes de texto con aplicaciones amazacotadas, y juega al Trivial, pero sola, ¡sola!. Afirma que eso de las llamadas en 3D la pone nerviosa y que las aplicaciones de realidad virtual en las que el tacto juega un papel importante, la hacen sentir incómoda, que prefiere el tacto real. De ahí su aprensión a permitir a sus alumnos utilizar el móvil en clase y que usen en ella estas aplicaciones para tocarse entre ellos. Ante estas situaciones siempre tiene una cita preparada: “a batallas de amor, campos de pluma”, que sólo entiende ella.

El instituto la quiere y la respeta porque a pesar de ser reacia a estas tecnologías, las utiliza lo mejor que pued, acata las normas de éste y de la tecnología actual, y a pesar de todo, es buena profesora.  Así, en clase sí utiliza el ordenador y la tablet, y accede a páginas web un tanto interesantes (para todo aquel que guste de la lengua y la literatura). Además, evalúa siempre la creatividad de sus alumnos, su capacidad para encontrar buena información de manera independiente, su capacidad de síntesis, la redacción y el discurso coherente, (con los que me martirizó hasta hace dos días)  y cómo no, que sepan recitar y crear literatura.

Es cierto que cuando era  pequeño me gustaba que me leyera cuentos y que me ayudase a dibujar con lápices de colores, pero desde que el cambio climático ha supuesto un problema grave para nuestro planeta, el papel escasea y ya no se fabrican tantos folios de papel como hace unos diez años. El papel ha quedado reducido a desempeñar la importante función de papel higiénico y papel de fumar. Ella tiene que entender que a través de una pantalla puede hacerse todo lo que ella hacía hace treinta años atrás en papel, y que eso ayuda a preservar y mejorar nuestro medio ambiente. Es algo que asume, pero dice que no puede evitar echar de menos el papel dedicado a guardar bellas palabras o dibujos. Sin embargo, creo que acabará acostumbrándose a las increíbles pantallas que tras ellas guardan todo el conocimiento del mundo y nos permiten hacer todo aquello que deseemos.


Sin más, se despide el que ha escrito los versos más tristes esta noche.